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| Templo Griego de Segesta, Sicilia, 11-09-2013 |
La vida diaria que nos rodea es una vorágine que nos arrastra a una espiral de carreras continuas en las que todo son prisas y en las que tomarse un pequeño respiro es un lujo al alcance de sólo unos pocos...así llegué a Sicilia este verano intoxicada de estrés y con un ritmo vital acelerado de cero a cien en cero coma segundos...y de repente en un pequeño pueblo rural de la Sicilia más profunda experimentas que otro ritmo de vida es posible...es deseable...es saludable.
En una tarde calurosa de septiembre, nos paramos a pedir la típica birra Moretti en el bar del pueblo de Petrana Sopranna y rápidamente nos lanzamos a pagar las bebidas al dueño del bar. El hombre con parsimonia deliberada nos indica que lo primero es lo primero y que nos tomásemos las birras tranquilamente, que ya habría tiempo suficiente para pagar...y así saboreando lentamente la birra, observando alrededor, te das cuenta de que allí se vive a otro ritmo más pausado y que la gente disfruta de los pequeños placeres de la vida... se vive con otros tiempos en los que cada instante se va disfrutando como si fuera a ser el último momento vivido.
Hay que disfrutar de la vida porque es eso lo que nos llevaremos en el espejo de la memoria al final de nuestros días.
